Cuando saber mucho sirve de poco

En este proceso de vida, me he dado cuenta que a veces ese “dominio” del discurso, esa basta experiencia como orador o ponente, resulta no ser tan bueno en algunas ocasiones.

Uno podría pensar que eso no sucede, pero es una situación normal de las personas que se saben con el expertise, con los carteles o habilidades sobresalientes en un tema o actividad que solo se manifiesta con el exceso de confianza.

Lo importante aquí es hacernos consciente de ello, que en ese instante nuestra habilidad está sesgando el campo de acción de un tema o escenario que no conocemos del todo bien o en el que no somos los expertos, no dejemos que nos nuble, en esos momentos debemos buscar respuestas a través de la escucha activa y así evitar que tu ventaja se vuelva debilidad.

Es primordial que día a día nos probemos en situaciones así, donde lo que te hace bueno te hace malo, donde no manejas completamente la situación, porque es en esos momentos que floreces ante la adversidad y te hace más fuerte para sobresalir.

Se empático, entiende la situación y revira a tiempo, no te cegues por querer verte ostentoso, sabio, técnico, porque ese ego te hará perder las oportunidades, gana aprendizaje e intenta moverte en esas zonas de desconocimiento de tus habilidades y empatía para que logres en tus presentaciones:

  1. Ser directo yendo al grano.
  2. Sé minimalista, recuerda menos es más.
  3. Deja claro que es lo que quieres, a qué has venido y por qué has llegado ahí. Vende.
Charlemos
1
Estaré muy complacido de ayudarte...